jueves, 15 de marzo de 2018

Los “porta horquillas” o para vender…hay que aprender


Si en algo hay que estar prevenidos, cuando se re-inventa la vida en otro terruño, es con el idioma. Es evidente que si nos convertimos en migrantes para un país latino, pensamos que no hay mayor problema en el discurso; sin embargo, cuántas dudas y malos entendidos podríamos ahorrarnos con un mínimo y oportuno vocabulario local.
"Porta horquillas" y
"Porta cartuchos"
Hace algún tiempo, una excelente amiga de mi pequeño taller de costura me pidió que le confeccionara un “porta horquillas” y  me dio un modelo de lo que necesitaba. Asombrada por el tamaño del bolsito que me pedía, le pregunté cuántas horquillas tenía como para llenarlo. Su cara de asombro no debió ser muy diferente a la mía, ante la solicitud; se quedó mirándome hasta que le pregunté qué era una horquilla. En mi país corresponde a los ganchitos negros con el que se sujeta el cabello y me extrañaba que tuviera necesidad de tanto espacio… ¡ni que fuera peluquera!, pensé. Pues, ni modo, ambas nos reímos cuando me enseñó una pinza de ropa y me dijo: “esta es una horquilla”. Ahora, además de conocer el significado de la palabra, he podido fabricar muchos de estos bolsitos y ofrecerlos, junto a los “porta cartuchos” para guardar, en forma ordenada, las bolsas del súper-mercado.
Estos implementos han causado asombro entre mis clientes, porque no son conocidos en el mercado y constituyen una ayuda para la organización del hogar. El “porta horquilla” se puede colocar cerca del espacio de la lavandería y las pinzas siempre estarán a la mano, para tender la ropa. Por otro lado, el “porta cartucho”, también resulta funcional, porque es una manera de tener las bolsitas del mercado, dobladas y organizadas, se introducen por la parte superior y se va sacando una a una, cuando se requiera. Es muy fácil de confeccionar, con un poco de tela, elástico para los dos extremos y creatividad en el modelo seleccionado.
Como persona allegada a las letras, en un pasado remoto, siempre me llamó la atención, el estudio del discurso. El idioma, nuevo vocabulario o diferencias dialectales, constituyeron parte de mi preparación académica; por ese motivo, hoy día disfruto con cada nueva palabra que llega a las arcas de mi curiosidad. Aquí en Panamá, he tenido experiencias bien simpáticas y procuraré dar cuenta de algunas, para compartir mi nueva riqueza léxica y la forma cómo la he ido ampliando.
Recién mudada a la urbanización donde vivo, con mi familia, había necesidad de colocar las bombonas de gas, en una caseta construida para tal efecto. Cuando las trajeron, el encargado me preguntó dónde se colocarían “los tanques”; a lo que yo, preocupada le comenté que no esperaba unos tanques (en mi registro lingüístico, solo recordaba los grandes envases usados para los acostumbrados racionamientos de agua), sino unas bombonas. Demás está explicar el resto de la anécdota…todavía recordarán a la despistada que no quería tanques de gas para cocinar o calentar el agua.  
En esa misma temporada de aprendizaje forzado, un jardinero que necesitaba botar la hierba cortada, me pidió un “cartucho” para recogerla; la misma angustia de no saber qué me pedía…solo le pregunté a quien pensaba matar con el cartucho, porque para mí, es significado de carga para armas de fuego…hoy día, ya elaboro los “porta cartuchos” y no necesito tener a mano ningún arma para ello.
Con la palabra “carrizo”, me pasó  lo mismo; no es extraño recordar desde mi infancia, a un adulto vociferar ante cualquier travesura infantil: “¡Muchacho del carrizo!” o “este carricito”…Resulta que “carrizo” es un pitillo para tomar bebidas y, como buena seguidora de costumbres ancestrales, siempre les dije a mis nietos: “corre, carrizo”, hasta que una maestra le preguntó a mi hija la razón de por qué su niño le decía a los compañeros así…imagino que en su mente, vería correr a los “pitillos” durante la hora del recreo.
En definitiva, estas líneas, solamente, para continuar el cultivo de la escritura; pues, no deseo que, por dedicarme a la costura, olvide la magia de la comunicación escrita, ahora, rodeada de la sencillez a la que ha sido reducida, por las experiencias novedosas de mis testimonios de costura.