viernes, 5 de enero de 2018

La máquina de coser


Esta significativa imagen me la envió mi hija, porque se parecía a mí y, en efecto, no hace falta detallarla mucho para observar que, ciertamente, define  mi vida en la actualidad y sería difícil conseguir una descripción más acertada de los momentos que me envuelven en este nuevo ciclo.
 Una máquina de coser siempre estuvo presente, desde las primeras imágenes que recuerdo del hogar donde crecí; la figura materna, frente a ella, incansable, creaba en la tela y, con el sopor de los días, daba puntadas, durante las largas horas de la jornada diaria; de esta manera, me acostumbré al enjambre de hilos y telas que enmarañaban mi existencia; además, por ese motivo, no fue nada extraño que, muchos años después, cuando formara mi propio hogar, también una “Singer” ocupara un lugar privilegiado en el salón de estudios, donde se confundía la melodía del motor que la animaba, con la visión de las paredes llenas de diplomas, medallas y placas de reconocimiento académico y deportivo.
Sin mirar hacia atrás y pocas semanas antes de viajar a Panamá, donde sembraría mis nuevos proyectos, todos esos recuerdos salieron de mi vida…la máquina de coser buscó cobijo en otro hogar; por su parte, las medallas, los reconocimientos universitarios y el “Rinconcito Runner” tuvieron un destino que, quizá, no merecían: el tiesto de la basura; pero, en definitiva, la maleta necesitaba más espacio para añadir las experiencias que nos darían nuevos entornos, sin necesidad de esos amuletos.

Cuando llegué a Panamá, decidí reinventarme y, ciertamente, lo he logrado; la Academia y sus recuerdos rígidos de sabiduría han quedado atrás; hoy día, solo dos humildes medallas de “Running” adornan la pared de mi habitación y, siempre fiel a mi lado, otra máquina de coser se ha encargado de que yo siga tejiendo sueños de nuevas aventuras, bordando historias para mis nietos, aprendiendo puntadas y cambiando de agujas en el nuevo convivir con los hijos, desatando nudos y ajustando la tensión de los días, cuando cometo errores, avanzando en la labor de seguir viviendo feliz, en esta nueva oportunidad que me regaló la vida, para deshacer los errores del apego innecesario a lo que poseía en mi país y, lo más importante…¡Volver a empezar!

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