Desde
la época en que ejercí la Cátedra de Latín, en la Universidad Católica Andrés
Bello, la frase Carpe diem (aprovecha
el día), tuvo un significado en mi vida
y he mantenido, como Norte, disfrutar el
presente y vivirlo a plenitud, sin perder un solo segundo. Creo que, también,
era la intención del profesor “Capitán,
mi Capitán”, rol interpretado por
Robert Williams, en la película “La Sociedad de los Poetas Muertos”, para
inspirar a sus alumnos las innovaciones en el estudio del idioma clásico.
Hoy
día, aunque jubilada y lejos de mi amoroso y largo camino docente, sigo dando
gracias a la vida, al reflexionar por las noches, consciente de tantos tesoros
acumulados, con mi diaria actividad de costurillas. Ahora, cuando los años me
han regalado el regocijo y la compañía de hijos y nietos, fuera de mi amado
país, estoy cada vez más segura de que “lo bonito de la vida es coser sueños,
bordar historias y desatar los nudos de nuestros días”, tal como se lee en la
hermosa figura que acompaña estas letras y que, de la misma manera, llegó a mis
manos por mi hija.
Desde
bien tempranito y después de haber corrido mis kilómetros de vida en el Running (que me sigue acompañando en el
tiempo), comienzo mis amorosos compromisos de costura y, puntada tras puntada,
elaboro los sueños del día, en compañía de mis nietecitos, testigos traviesos
de las historias bordadas. Así, pues, cuando me ven frente a la máquina de
coser, no pierden tiempo: quieren que les lea cuentos y me traen sus libros llenos
de coloridas ilustraciones infantiles. Con esta experiencia, tan similar y
distinta a otras, comienza el diario ronroneo del motor de la Singer y se inician los cuentos de “Tío
Tigre y Tío Conejo”, contados a TODOS mis sobrinos, desde que soy tía…por
cierto, un ahijado consentido, me escribió hace poco, para comentar, desde su
entorno, en España, los recuerdos que tenía de estas historias, mientras
desayunaba una rica arepita, llena de remembranzas de otra época.
Para
cerrar estas líneas, solo deseo recordar lo gratificante que resulta desatar
los nudos de nuestros días; evidentemente, si aprendemos a querer el paso de
las horas y lo acompañamos con actitud positiva, iremos atando nuevos nudos, en
el tiempo y en el espacio que nos corresponda…por eso siempre hay que
aprovechar el día, disfrutarlo…vivirlo. Carpe
diem.
Añado este bello comentario, enviado
por uno de mis hermanos:
“Leyendo tu
escrito, los recuerdos me llevaron al patio de atrás de Boleíta donde había un
cuartito con un par de ventanitas de vidrio opaco que, al mojarse, se ponía
transparente. Recuerdo que esa fue mi primera televisión, yo sentado adentro y
Lidu afuera con un platito con agua haciendo dibujos en una de las ventanas,
mientras contaba una historia...después, dibujaba en la otra ventana, mientras
la primera se secaba...
Los cuentos
no eran de Tío Tigre, pero la vena cuentera ya apareció desde esa época... ¡gracias
por esos momentos que ni me acordaba!”.
Que belleza mami! Carpe Diem ❤️❤️❤️ Siempre amaré tu manera tan hermosa de relatar historias mágicas.
ResponderEliminarGracias, mi tesoro, por tanta lealtad y por enviarme esas imágenes tan bellas, para el blog
EliminarQue palabras tan explicativas, en verdad yo me encuentro entre la maquina de cocer, la tela, la aguja y el hilo. Estoy en un enredo de vivencia, pero más q que todo de decisiones sobre ¿que hago?. Creo q tengo que ir deshilando, cortando la tela, y volver a cocer. Ya la misma vida me dirá por donde dar las puntadas. Gracias mi bella señora..
ResponderEliminarGracias a ti, Elizabeth...todos estamos ante la misma encrucijada, lo importante es saber qué hilos escoger para nuestras puntadas diarias en la costura de la vida.
EliminarDios te bendiga mujer bondadosa.
ResponderEliminarTu escrito me lleno de alegría, fe y entusiasmo por valorar la vida en cada día regalado